
Uno siempre se equivoca cuando habla del gato. Se le ocurre por ejemplo que junto a la ventana el gato se ha planteado en el fondo de los ojos un posible fracaso en la noche cercana. Pero el gato no tiene un porvenir que lo limite. A uno se le ocurre que medita, espera o mira algo y el gato ni siquiera siente al gato que hay en él. ¿Cómo admitir detrás del movimiento de la cola, una motivación, un juicio o un conocimiento? El gato es un acto gratuito del gato. El que aventure una definición deberÃa proponer sucesivas negaciones al engaño del gato. Porque el gato, por lo menos el gato de la casa, particular, privado e individuo hasta las uñas, comprometido como está al vicio de nuestro pensamiento, ni siquiera es un gato, estrictamente hablando.
JoaquÃn Giannuzzi
1 comentarios en “El puesto del gato en el cosmos”
noviembre 16th, 2004 at 8:22 pm
que excelente texto
tantas cosas le atribuimos a cada gesto del gato… pero son todas nuestras.. es triste eso